La ineficiencia de Aguakan mantiene a Isla Mujeres al borde del colapso, luego de que más de 20 mil habitantes y miles de turistas quedaran prácticamente sin agua durante una de las temporadas vacacionales más concurridas del año.
La empresa concesionaria justificó el desabasto en una “falla técnica”, pero la realidad exhibe un problema estructural que ha puesto en jaque a la población isleña: falta de inversión, negligencia en la infraestructura y decisiones que favorecen al sector turístico en detrimento de la ciudadanía.
De acuerdo con testimonios, Aguakan decidió deshabilitar una de las dos líneas de abastecimiento que llegaban a la isla para redirigirla a la zona hotelera. Esto redujo la presión al grado de que el agua ya no alcanza a llenar los tinacos de las viviendas, obligando a familias enteras a cargar cubetas y garrafones para cubrir sus necesidades básicas.
El colapso se agravó por una fuga en el ducto marino, derivada del abandono en el mantenimiento, lo que dejó sin suministro a prácticamente toda la isla. La respuesta de la empresa ha sido improvisada: enviar pipas para distribuir el agua “a cuentagotas”, lo que ha generado inconformidad y desesperación entre la población.
Vecinos advierten que la situación se ha vuelto insostenible, mientras autoridades municipales y estatales han hecho llamados a la empresa para garantizar el servicio. Sin embargo, hasta ahora Aguakan no ha dado certeza de cuándo se normalizará el abasto, lo que coloca a Isla Mujeres en una crisis que podría escalar en los próximos días.
El riesgo es claro: una isla sin agua en pleno auge turístico no solo enfrenta un problema social y de salud pública, sino también una amenaza a su principal motor económico. La falta de previsión e inversión de Aguakan hoy tiene a Isla Mujeres en una situación crítica que pone en evidencia el fracaso de la concesionaria para cumplir con un servicio vital.
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